Qualia (3 de 3)

Publicado el 21 de noviembre de 2024, 17:28

Es incompatible la naturaleza física con poseer una ontología en primera persona.

Un estado mental emerge de un proceso cerebral, y considero que la qualia es un fenómeno natural no físico, y por tanto se da en ninguna parte.

Dando por buena la hipótesis de que los estados mentales emergen de los procesos cerebrales, existiría, parece, una relación de causalidad, donde un determinado proceso cerebral sería la causa y un estado mental, la consecuencia. Esto se puede ver, a priori, de manera clara en el proceso de visión: objeto-luz-ojo-nervio óptico-cerebro/proceso cerebral-estado mental.

Pero, ¿qué pasa con la intención?

Decido mover un brazo. Si el proceso cerebral fuera la causa, el estado intencional sería consecuencia de un proceso físico, lo que nos lleva a la idea del determinismo en los actos que creemos libres, lo cual es una contradicción. Pero, si el estado mental fuera la causa: un ente no físico, “saliendo” de la nada, provocando una reacción neurofisiológica.

Además, dicha intención también se da en los procesos de percepción, en los cuales “dirigimos” nuestra atención hacia algo.

Siendo el proceso cerebral, A, y el estado mental, B, no parece satisfactorio ninguno de los dos escenarios causales (siempre que concibamos los hechos de un modo lineal: A causa B, B causa C, etc.).

Es posible que A y B sean al mismo tiempo causa y efecto.

 

 

Consideraciones sobre ¿Qué significa ser murciélago?

Imaginemos que soy un científico con un pleno conocimiento sobre cómo perciben, sienten, etc., los murciélagos. Aún así, me faltaría algo: estaría extrapolando qué es ser un murciélago a partir de mi universo mental, de  mi concepción de la realidad. Es decir, partiendo de mis conocimientos sobre  dicha especie, y pasando por el tamiz de mi humanidad, podría saber qué es para mí ser murciélago, pero no qué es ser murciélago para un murciélago. Esto ya ha sido advertido por muchos filósofos de la mente.

Sigamos imaginando y pensemos en que es posible importar en un cerebro humano, a través de un sofisticado programa de realidad virtual, no ya sólo los datos de los sentidos propios de un murciélago –es decir, su mundo sensorial-, sino también el universo mental murciélago. Obviemos la cuestión, comentada en el post anterior, de cómo sabríamos que el experimento ha sido exitoso, al no disponer de una referencia:

Independientemente de que el sujeto cobaya pudiera experimentar la qualia de un murciélago, una vez volviera a su estado mental original, no podría explicarlo (“si un león pudiera hablar, no lo entenderíamos”, Ludwig Wittgenstein). Tampoco creo siquiera que su recuerdo fuera comprensible para él mismo.

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios