(…) Las montañas y los glaciares tienen un modo objetivo de existencia porque su modo de existencia no depende de que un sujeto los experimente. (John R. Searle,Mente, lenguaje y sociedad).
Sin embargo, en mi opinión, lo relevante para la cuestión que nos ocupa no sería que su existencia no dependiera de un sujeto que la experimentara, sino que su existencia no es experimentable (no existe una vivencia de ser montaña o glaciar).
Los procesos físicos, por su propia naturaleza, no son experimentables subjetivamente (no pueden ser vividos). Es por ello que tienen un modo de ser, una ontología, objetiva,en tercera persona.
Un proceso cerebral es un fenómeno físico, explicable y descriptible. Es un ente objetivo con una ontología en tercera persona. Asimismo, sabemos por la ciencia que los procesos cerebrales están íntimamente relacionados con los estados mentales: dicha relación podría ser causal (los procesos cerebrales producen los estados mentales) o una mera correspondencia (los procesos cerebrales y los estados mentales son la misma cosa). Es ésta una cuestión fundamental.
Yo me inclino por la relación causal y, por tanto, la no correspondencia entre procesos cerebrales y estados mentales. La primera razón que esgrimiría sería la validez que pienso tiene el experimento mental de Frank Jackson descrito en el post anterior (“el cuarto de Mary”). Para la segunda, me referiré a la definición de qualia dada por Daniel Dennett (también aparece en dicho post):
“(…) la suma total de todas las disposiciones a reaccionar idiosincrásicas inherentes a mi sistema nervioso como resultado del hecho de que yo me enfrente a un determinado patrón de estímulos”
Si, afirma, no hay más que procesos físicos,la suma total de todas las disposiciones a reaccionar idiosincrásicas inherentes a mi sistema nervioso,no puede ser sino una suma de fenómenos físicos. Por tanto, sería un cúmulo, pongamos un sistema, de entes físicos.
¿Qué se siente siendo una montaña, un glaciar, un sistema de entes físicos?
Y, sin embargo, nosotros sentimos.
Así, un estado mental sería un ente que emerge de un proceso cerebral. Consecuentemente, un quale sería consecuencia directa de un determinado proceso cerebral. Asimismo, la vivencia de un quale es todo lo que se puede conocer sobre él.
Y aquí viene la que a mí me parece una de las cuestiones más complejas, desconcertantes y apasionantes del Universo: algo con una ontología en tercera persona produce algo con una ontología en primera persona.
En dicho nexo causal se produce un salto cualitativo, el cual provoca una quiebra, un vacío explicativo, más allá de que la ciencia –felizmente- pueda profundizar paulatinamente en la descripción y explicación de los procesos cerebrales. Es más, considero que el hecho de que la qualia sea consecuencia inmediata y directa de procesos cerebrales, y que éstos sean hechos físicos, descriptibles y explicables, convierte en plausible la posibilidad de crear un estado consciente, una consciencia artificial. Abundando sobre esto último: no veo razón alguna para negar la posibilidad, con la tecnología adecuada, de experimentar ser un murciélago, dando respuesta al título del artículo de Thomas Nagel,"What Is it Like to Be a Bat?".
Cuestión distinta es cómo sabríamos que el experimento ha sido exitoso, al no tener la referencia, la certeza, de qué es ser un murciélago (la ciencia no trabaja sobre certezas absolutas, sino, siguiendo a Kar Popper, con proposiciones falsables, que tratan de explicar progresivamente un mayor número de casos).
Obviemos esta imposibilidad y hagamos como que sabemos que el experimento ha sido exitoso: seguiríamos sin saber –los demás- qué es ser un murciélago: sólo dispondríamos del conocimiento de los procesos cerebrales y del relato de la vivencia subjetiva de la persona cobaya.
Al alcance de dicho relato me referiré en el siguiente post, entre otras cuestiones.
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